¡Antiguos secretos de belleza de las mujeres romanas!

¡Antiguos secretos de belleza de las mujeres romanas!

· By Kika Rocha

¡Antiguos secretos de belleza de las mujeres romanas!

Durante mi reciente visita a Roma y Pompeya me dediqué a investigar acerca de la rutina de belleza de las mujeres de la Antigua Roma, quienes dedicaban absoluta devoción a sus tratamientos, maquillaje y peinado.

Ovidio, un famoso escritor y poeta romano, que vivió entre el 43 a. C. y el 18 d. C., dedicó en su tiempo varias páginas para proveer los mejores consejos de rutinas de belleza a las mujeres romanas, partiendo de una premisa: “Tu amante no debe conocer tus secretos de belleza, solo tendrá que ver los resultados y no debe ver el proceso de aplicar cremas pegajosas y malolientes”.

Según el poeta, desde aquel entonces el proceso de embellecernos, que muchas seguimos cumpliendo al pie de la letra hoy día, debe realizarse cuando nadie nos esté mirando en la privacidad de nuestro baño.

    

¡Descubramos juntas los secretos de belleza de la antigua Roma!

 

El Baño

Las leyendas de las exquisitas y sofisticadas de las mujeres aristocráticas romanas han trascendido el paso del tiempo.

Popea, segunda esposa del emperador Nerón, a quien vimos esculpida en un maravilloso busto en la Domus Aurea, la mansión de Nerón en Roma, solía darse su baño de belleza en leche de burra. Dicen que cuando viajaba siempre llevaba consigo 500 burras para que no faltara nunca a su rutina.

La verdad es que aparte de la aristocracia, sólo unos pocos afortunados tenían accesos a baño y agua en casa en estos tiempos y no podían permitirse el lujo de darse un baño diario.

Ovidio a quien mencionamos al inicio de nuestra crónica, recomendaba bañarse todo el cuerpo una vez a la semana, pero lavarse las piernas y los brazos todos los días, ya que se ensuciarían durante el trabajo.

Para bañarse, el pueblo solía ir a los baños termales. Se trataba de edificios públicos que incluían vestuarios, saunas, baños de vapor, amplias piscinas con diversas temperaturas y más.

 

 

Las ruinas de algunas de estas termas todavía se pueden visitar hoy en Roma, como las Termas de Caracalla, donde hoy en día tienen lugar muchos eventos teatrales y musicales, o las Termas de Diocleciano, ¡parte de las cuales se han convertido en una iglesia!

En la misteriosa Pompeya, donde también las visitamos, es increíble constatar su amplia estructura, pasear por las salas separadas en alas reseñadas para hombres y mujeres, decoradas con diversas esculturas y bellos mosaicos que aún están en perfecto estado a pesar de que han pasado dos mil años desde la erupción del Vesubio.

 

 

¿Pero cómo se lavaban los romanos?

Usaban esponjas y detergentes hechos de sustancias abrasivas, como piedra pómez y bicarbonato de sodio. Estos detergentes abrasivos requerían que después del baño se extendiera sobre la piel un poco de aceite perfumado para devolverle elasticidad y suavidad.

 

Los Perfumes

Debido al olor de los productos orgánicos que a menudo se aplicaban en el rostro, las mujeres (y a veces los hombres) tenían la costumbre de empaparse de perfume, ya que un olor agradable era sinónimo de buena salud.

Los perfumes se mezclarían con flores como iris y pétalos de rosa con una base de aceite de oliva o jugo de uva y podrían venir en forma pegajosa, sólida o líquida.

Se han encontrado muchos ejemplos de estos frascos de perfume durante las excavaciones de yacimientos romanos. En la Domus Aurea y en Pompeya se conservan en vitrinas algunos en perfectas condiciones.

Los antiguos romanos tenían preferencia por los perfumes dulces y florales, especialmente los que eran muy fuertes y persistentes.

Cuidados de la piel

¡Sí! Las mujeres romanas tenían espejos compactos. Es decir, espejos de mano, normalmente hechos de metal pulido o mercurio. Las mujeres ricas como vimos en algunos objetos expuestos en Pompeya, compraban espejos finos y paletas de maquillaje a juego, disponibles en cajas de madera, hueso u oro, así podían observarse mientras se maquillaban o aplicaban sus productos de belleza.

 

Mascarillas y menjurjes

Las mascarillas de belleza eran imprescindibles antes del maquillaje. Algunas de sus recetas para el cuidado de la piel pueden parecernos bastante exóticas o extrañas.

Entre los ingredientes más utilizados se incluía una mezcla de sudor de lana de oveja, placenta, excrementos, orina de animales, azufre, conchas de ostra molidas y bilis. Las romanas inspiradas por Cleopatra se blanqueaban la piel con marga, estiércol y plomo. La grasa de ganso era otro un gran recurso para eliminar las arrugas.

Otros ingredientes populares más agradables, que aún usamos hoy día en mascarillas y tratamientos de belleza eran el agua de rosas, huevos, aceite de oliva, miel, anís, aceite de almendras e incienso.

Los antiguos romanos también elaboraban cremas y lociones para combatir y disimular arrugas, granos, manchas solares, pecas y descamaciones. Estas máscaras eran una mezcla de lentejas, cebada, altramuz, miel o hinojo mezclados con aceites, semillas de orégano, azufre, vinagre, grasa de ganso, jugo de albahaca y espino.

 

 

Maquillaje

La vanidad era innata de las mujeres romanas. Les gustaban los ojos grandes con pestañas largas y cejas pobladas. Se oscurecían las cejas con antimonio y hollín y luego las extendían hacia adentro. Para enfatizar los ojos utilizaban kohl elaborado con azafrán, cenizas, hollín o antimonio.

Usaban rubor, sombra de ojos verde, azul o negra además del delineador de ojos. Todo lo aplicaban con un palito o agujas de madera, vidrio, hueso o marfil. Usaban también pétalos de rosa carbonizados para decorar sus ojos, junto con semillas de dátil.

El rubor se elaboraba con diversos materiales desde el carísimo ocre rojo importado, los pétalos de rosa, hasta el venenoso plomo como veremos más adelante. Las mujeres más humildes usaban vino, mosto de uva y moras para darse un toque de colorete.

 

Otro cosmético infalible era el labial

El ascenso del imperio romano lo convirtió en sinónimo de elegancia gracias a la influencia egipcia de mujeres como Cleopatra quien hacía su lápiz labial con hormigas y escarabajos carmín triturados. Los labios rojos se lograban también usando bromo, cera de abejas y una cucharada de henna.

Descubrimos que incluso los hombres lo usaban para indicar su posición social y por supuesto las mujeres ricas como símbolo de moda.

Sin embargo, la belleza y el estatus tenían un precio. Los ingredientes como ocre, mineral de hierro y plantas de fucus infundía a la pintura de labios un veneno potencialmente mortal.

 

 

Durante nuestra visita e investigación en Roma y Pompeya aprendimos que muchos de los productos o materiales usados por las romanas para maquillarse eran letales.

La ciencia y la medicina aún no eran conscientes de la toxicidad de algunos de los elementos que usaban sobre todo para maquillarse o blanquear la piel.

Por mencionar un ejemplo, el albayalde, un carbonato básico del plomo, de color blanco, era no sólo empleado en pintura medicina, sino como cosmético. Como ingrediente altamente tóxico causaba esterilidad y también afectaba las células cerebrales.

¡Increíble pensar que las mujeres de diversas culturas usaron el albayalde como base en el rostro hasta el siglo XIX!

Las sombras de ojos verdes usadas por las mujeres romanas provenían también desafortunadamente de la malaquita venenosa, mientras que las azules provenían de la azurita.

¡Increíble pensar las consecuencias graves que acarreaba el hecho de gozar de la feminidad sin saber lo que se estaba usando!

Afortunadamente el ritual del maquillaje también incluía la labor de Las mujeres romanas utilizaban diversos aceites, como el de romero y el de laurel, para mantener su cabello brillante y saludable. También usaban pomadas y otros productos para el cabello para peinarse.

 

Cabello

El cabello bien elaborado también era una obsesión y arte para muchas romanas. Las mujeres de alta alcurnia contrataban a una Ornatrice (o peluquera) para que las peinara.

Los antiguos rulos y tenazas para el cabello eran varillas de bronce calentadas sobre cenizas ardientes y utilizadas para lograr recogidos y peinados con rizos y tirabuzones, seguidas de un suero de aceite de oliva.

El cabello rubio o pelirrojo era el tono más deseable. Esto podría lograrse mediante una variedad de tintes para el cabello que contengan sustancias tanto vegetales como animales, que podrían lavarse con aceite o agua o dejarse actuar durante la noche. La henna egipcia también fue un aporte de esta cultura que revolucionó los tintes usados entonces.

 

Depilación

Depilarse era una costumbre infaltable dentro de los rituales de belleza. Incluso el poeta Ovidio recomendaba: “¡Que nunca se te pongan rizadas las piernas!”.

Las romanas, influenciadas por las egipcias se depilaban las axilas y las piernas con cera, crema depilatoria (a base de alquitrán, aceite y resina) y utilizaban pinzas, tal como pusimos evidencias en las vitrinas de implementes de belleza qué vinos expuestos en nuestras visitas.

Los hombres también se depilaban el vello corporal, incluidos César y Augusto. Estos emperadores solían quemarse las piernas con cáscaras de nueces al rojo vivo para que el vello creciera más suave y se eliminará. La depilación se practicaba comúnmente, utilizando piedra pómez y navajas para afeitarse.

 

 

Salud oral

¡Estás a punto de descubrir cómo se lavaban los dientes los antiguos romanos! Usaban un polvo, llamado dentifricium, y de allí viene la palabra dentífrico, hecho de salitre y bicarbonato de sodio. ¡Aunque también dicen que se lavaban la boca con orina!

Disponían de instrumentos para eliminar los residuos de comida, como nuestros modernos palillos de dientes, que se llamaban dentiscalpium. Estaban hechos de madera o metal, o incluso de plata y oro.

 

 

Estereotipos de belleza

Para terminar, vamos a hablar un poco de cuál era el ideal de belleza en la cultura romana. La historia destaca como una de las mujeres más bellas de su tiempo a

Mesalina, quien nació en una de las familias patricias cercanas al emperador Augusto. Con sólo 15 años ya era conocida por su extraordinaria belleza y por orden del emperador Calígula se casó con Claudio, quien en el 41 d.C., se convirtió en emperador.

Según el arte y la literatura romanos, los senos pequeños y las caderas anchas eran el tipo de cuerpo ideal para las mujeres que los hombres romanos consideraban atractivas.

El arte romano del período de Augusto muestra a mujeres idealizadas como voluptuosas con su abdomen prominente y senos pequeños y redondeados.

Así tal cual como se describe, lo constaté maravillada en un hermoso e impactante mural que se conserva aún intacto en Pompeya en la casa de Loreius Tiburtinus donde se aprecia una Venus desnuda, impecablemente peinada y cubierta de alhajas, reclinada sobre una concha que custodia un querubín.

Qué rica y fascinante fue mi breve visita en Roma a la Domus Áurea y en Pompeya a las ruinas, llegué cargada de información y descubrimientos maravillosos que espero te hayan ilustrado y divertido.

 

 

Hoy me despido, pero seguirán los #tipsdekika con crónicas desde diversos puntos de Italia, en materia moda, cultura y tradiciones maravillosas. ¡No te los puedes perder!

 

Con cariño… Kika

 

 

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