¡Retrato de una Dama!

¡Retrato de una Dama!

· By Kika Rocha

¡Retrato de una Dama!

Hoy como familia nos invade un sentimiento de vacío y amor al recordar a nuestra querida Mamy Beatriz. Su luz, su alegría y su inagotable bondad dejan una huella imborrable en cada corazón que tuvo el privilegio de conocerla.

 

 

Mi abuela fue la última estrella de mi galaxia deslumbrante de abuelos insignes, y con su partida, se extinguió un universo de amor y sabiduría que iluminó mi vida durante décadas. Embajadora de un planeta efímero y soñado que ya no existe en la órbita de mi existencia, su recuerdo permanecerá indeleble en mi corazón, que hoy la celebra con emoción, nostalgia y gratitud por cada instante compartido. Mi hija Victoria y yo celebramos cada día su presencia en nuestras vidas, y fue gracias a Mamy Beatriz que mi pequeña aprendió a amar profundamente a Colombia.

 

 

 

Chucundá, la casona soñada, fue el escenario de días plenos de sol y dicha, un refugio donde la infancia y la alegría se fundían en el tiempo. Durante más de cincuenta años, tuve el privilegio de sentir su amor en cada gesto, en cada palabra, en cada caricia que dejó su huella imborrable en mi alma. Además de ser el escenario perfecto para poner en práctica sus tips de belleza, los mismos que hoy hacen parte de mi libro Los Tips de Kika.

 

 

 

 

Beatriz Marulanda Ortiz, hija de Manuel Marulanda Neira y Elvira Ortiz Arango, fue una viajera incansable, una visitante de mundos exóticos y refinados, que, tras un siglo de aventuras y experiencias, emprendió su último viaje, llevándose su magia y su belleza. Nos dejó su risa inconfundible, sus abrazos cálidos, sus pellizcos cariñosos y la elegancia de sus gestos: su esbelta silueta, sus largas manos de uñas rojas que me enseñaban a armar origamis plateados, a resolver crucigramas, a nadar con confianza en la honda piscina decorada con la estrella de David, y que me apretaban fuerte para infundirme valentía ante cualquier desafío.

 

 

Mamy Beatriz fue un pilar, un refugio de amor y sabiduría, alguien que con sus palabras y gestos sencillos llenaba de calidez los días de quienes la rodeaban. Su legado de generosidad, fortaleza y dulzura nos acompañará siempre, guiándonos como una estrella que nunca se apaga. Cabe resaltar que fue una mujer icono de estilo en Colombia y por supuesto, para todas las mujeres de la familia.

 

 

 

Su voz resonará por siempre en mi memoria, su inglés sonoro y perfecto flotará en el aire de las tardes doradas de Tocaima, perfumadas por la enredadera florecida con la que, junto a nietas y bisnietas, ensartamos miles de collares y diademas. Su espíritu vivirá en cada sorbo de aguardiente que abrigaba el alma tras los baños en las termales tocaimunas, en cada historia que narraba con pasión sobre su familia, sus hermanas las Pachecas, sus viajes diplomáticos, su matrimonio con el abuelo Benjamín, sus hijos, sobrinos, nietos, bisnietos y la pequeña tataranieta a quien alcanzó a conocer.

 

 

 

Aunque su ausencia duele, nos queda el consuelo de saber que su esencia vive en los recuerdos, en las risas compartidas y en cada acto de amor que sembró en su camino. No hay palabras suficientes para expresar la gratitud y el amor que guardo en cada fibra de mi ser por haberla tenido en mi vida. Mientras asimilo su partida hacia un plano más sublime, sé que vendrán muchos más recuerdos y añoranzas que enriquecerán mi alma y me inspirarán en el otoño de mi vida.

Por hoy, no me despido de ella; más bien, la acompaño en su viaje con la certeza de que su luz seguirá brillando a mi lado, siempre luminosa y presente. Y así será, por siempre Mami Beatriz.

 

Dream, dream and forget, pain, fear useless regret… Fly, fly my beautiful lady, on light bright wings ✨

Sueña, sueña y olvida el dolor, el miedo y el vano arrepentimiento... Simplemente vuela alto bella dama, en un cometa de alas ligeras y radiantes.

 

 

Con cariño… Kika

 

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